UN SUEÑO CUMPLIDO DE MAR, BICI Y TROTE

08 de Marzo de 2015
UN SUEÑO CUMPLIDO DE MAR, BICI Y TROTE

 

 imagen Por TAMARA BOTTAZZI | ver perfil
Swimmers 

Sonó el despertador a las 4:30 am del domingo 8 de marzo en una casa amiga en Miramar. Tras un desayuno de mate, pan y membrillo, una cambiada veloz y cargada de bicis en la camioneta, salimos rumbo a la base naval de Mar del Plata. Todavía era de noche. No hablábamos mucho - cada uno pensaba en lo que iba a hacer, en las etapas, en las transiciones. En mi caso, no paraba de revisar mentalmente cada detalle y de no olvidar nada.
El parque cerrado abría a las 6:30 y fuimos de los primeros en ingresar a dejar nuestras cosas. La idea era hacerlo lo más temprano posible, ya que luego - más cerca del horario de la largada - sería un infierno de gente ingresando y acomodándose (¡más de 500 competidores!). Nos pusimos los trajes de neoprene hasta la cintura y enfilamos hacia la playa donde sería la largada.

UN SUEÑO CUMPLIDO DE MAR, BICI Y TROTE

UN SUEÑO CUMPLIDO DE MAR, BICI Y TROTE

Ya amanecía. El sol asomaba frente a nuestra mirada casi perdida. El agua estaba templada, serena, había algo de viento. La gente apoyando a sus familiares, amigos. Yo los miraba y recordaba que más de una vez estuve de ese lado, soñando con ser una competidora. La primera largada fue de los varones menores de 40, entre ellos mi marido Julián y nuestro amigo Pepe. Los varones mayores de 40 y todas las mujeres largábamos 10 minutos después.
Como siempre, las largadas de triatlón son muy duras: golpes, manotazos, patadas, antiparras salidas, todo eso sumado a los nervios hace que sean los primeros metros una especie de pesadilla. Con cabeza afuera casi constantemente y sin poder mantener un buen ritmo, aguanté hasta la primera boya (500 m.), punto donde nos separamos más y pude nadar más tranquila y a mi ritmo. Cuando pasé la segunda boya, aceleré el ritmo y ya al virar en la tercera me di cuenta de que estaba bien posicionada.
Fueron 1800 m. en total. Salí del agua a los 32´ y ya en el camino a la transición me fui sacando el traje mientras trotaba suavemente. Algunas personas nerviosas me pasaban a gran velocidad. Tardé 7 minutos en subirme a la bici - ¡ya que no podía sacarme el traje de neoprene! Me desesperaba y tironeaba pero no había caso. Así que fue una transición muy lenta.
Una vez arriba de la bici, empieza el trabajo de la paciencia y constancia. Una recuerda todo el entrenamiento en el kdt con viento, 0 grados y cadencia a más de 85. Y ahí vamos: aparece la subida del golf al primer km, esa cuesta criminal, en la que a pesar del plato chico no hay piñón grande que apacigüe el dolor de las piernas. Llegar al final de la subida sin casi nada más que el aliento constante de la gente a los costados de la avenida Pereyra Iraola. A partir de allí, a recuperarse rápido, subir plato y darle a full en ese circuito ondulado que tiene la belleza de la rambla marplatense. Es un recorrido de 4 vueltas de 10km, de los más duros de Argentina. Por suerte, en esta ocasión el viento no castigaba tanto a los triatletas.
Regresé a la zona de transición tras 1h 27´de bici, cambié mis zapatos por zapatillas, dejé la bici y el casco y salí hacia la etapa final de este triatlón: los 10km. de atletismo. La parte pedestre es mi punto más débil, así que sumado a la dificultad propia del terreno de Mar del Plata, sabía que no era un desafío fácil de llevar. Pero para eso una entrena todos los días: para lograr todo lo que nos proponemos. Por ello, me ajusté a un ritmo de carrera que pudiera sostener y lo mantuve durante todo el resto de la competencia. Las cuestas eran muchas y de todo tipo: cortas y de mucho desnivel o suaves y de larga extensión.
El circuito de pedestrismo tiene un retome que es justo en la llegada. Mientras unos llegaban a la meta felices, yo los veía y sabía que me quedaba una cruenta vuelta más de 5km. No fue fácil. En esta etapa el sol pegaba ya fuerte y los 32º ya se sentían sobre el cemento. No había agua que me alcanzara para saciar la sed que tenía.
Cuando tomé la curva final del Torreón del Monje y vi a lo lejos el arco de llegada supe que ya estaba muy cerca. El miedo, el dolor, el cansancio y el calor se borraron de mi mente. Ahora sólo quería disfrutar. Y así fue: con pirueta y todo llegué a la meta con una felicidad simplemente inexplicable. Ahí estaba mi amor esperándome - siempre conmigo en todas. Entonces caí en la cuenta de que había cumplido uno de mis sueños. Miré mi reloj y mi tiempo total fue de 3h 21min. Estaba muy conforme y muy feliz por la experiencia vivida.
Ahora voy por un half: Concordia 2016, tal vez. Y ya veo en mis sueños el Ironman, ¿tal vez en 2017? No hay imposibles.

Bookmark and Share

Te gustó? Voto Positivo
  Voto Negativo