COMO LAZARILLO PARA UN CIEGO

26 de Marzo de 2013
COMO LAZARILLO PARA UN CIEGO
Llegó el domingo 17 de marzo de 2013, fecha del gran evento ¨PARANA LAS 2 ORILLAS¨.

 

 imagen Por María Del Carmen Maubecin | ver perfil
Swimmers 

Ese domingo amaneció nublado en Paraná. Nos preparamos para estar a las 11.30 hrs. en el club Estudiantes, lugar desde donde saldrían los micros hacia Villa Urquiza y una vez allí, embarcaríamos para llegar a la largada y acompañar a nuestros nadadores.
Llevamos algo de bebida y comida para nosotros y para compartir con el botero (en mi caso, para el hijo también - un niño muy amoroso) y lo fundamental: el PALITO PARA HIDRATAR Y ALIMENTAR AL NADADOR.¨¡¡Gracias Swimmers!!”

COMO LAZARILLO PARA UN CIEGO

Llegamos, nos instalamos y esperamos en la orilla con una mezcla de sensaciones: un poco de nervios, ansiedad y alegría.
Los nadadores se retiraron hacia el lugar de largada para la carrera de 21 km. y los acompañantes - llamados ahora entrenadores - nos quedamos para que se nos asigne los boteros. Se armó un poco de revuelo porque, en algunos casos, los que habían participado en otra oportunidad preferían hacer esta carrera con el mismo botero - cosa que es entendible. Una vez resuelto el tema…¡listos para zarpar! Tengo que confesar que el bote me atemorizó un poco al principio pero por suerte pasó pronto. Debe de haber sido porque estaba muy entretenida con mi tarea.
Remontando el río llegamos al lugar de la partida, esperamos con ansiedad que largaran y con la mayor tranquilidad posible, me aboqué a mi primer tarea: ir al encuentro de Victoria, mi nadadora.
¡Por suerte la localizamos sin mucha dificultad! ¡Qué alegría fue verla! El botero y yo le gritamos varias veces (hasta llegué a agitar reiteradas veces una lonita que habia llevado para sentarme) hasta que por fin, levantó su mirada y nos vio.
Fue al comenzar la travesía cuando me di cuenta de que dependíamos del botero, de su pericia y de su conocimiento del río. Traté de mantener la calma para no ser muy cargosa y no preguntar demasiadas veces, ¨¿Vamos bien?”.
Me siento contenta de haber cumplido bien con mi tarea de hidratar y alimentar a Vicky, mi nadadora, y de haberla contenido con la dulzura que me caracteriza (en un momento Vicky me pregunta como si fuese una nena, ¨¿Tengo que comer eso?” - refiriéndose al Powergel - y yo le contesto, “Sí, ¡tenés que hacerlo!”).
Fue una tarde muy pero muy fea: el gris nublado se tiño de un gris plomo con llovizna. Los nadadores, por suerte, parecían ajenos al clima: al menos Victoria me dijo que nunca se enteró de que había llovido. En mi caso, aquella lonita que utilice para que Vicky nos divisara resultó muy útil cuando comenzó a garuar y luego a lloviznar.

A pesar de la inclemencia del clima y de los calambres que sufrió Victoria un par de veces, mi amiga logró traer - como no podía ser de otra manera - su merecidísima medalla.
Si bien el frío me acompañó un largo trecho, no impidió que me invadiera una enorme felicidad por haber ayudado a Vicky a cumplir su sueño. Espero que ella haya sentido lo mismo.

Luego de despedir el frío con una buena ducha caliente, todavía nos esperaba lo mejor: la deliciosa y abundante cena que compartimos con todo el equipo de Swimmers.

Hasta el año próximo, Paraná. Ahí estaremos una vez más para compartir otra aventura con la misma expectativa, emoción, alegría y los nervios de siempre.

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