SWIMMING ON ICE

01 de Noviembre de 2015
SWIMMING ON ICE
Con una concurrencia escasa, el domingo 1ro de noviembre alrededor de 300 nadadores dimos por inaugurada la temporada 2015 de aguas abiertas en el municipio de Baradero.

 

 imagen Por Verónica Morano | ver perfil
Swimmers 

El día amaneció fresco y nublado, pero la esperanza de que el clima fuera más amigable estuvo siempre presente. Los grupos de nadadores estaban dispersos en el puerto donde nos concentramos; había holgado lugar para todos y todas y hasta menos sponsors. De hecho, los 4 camiones de basura-el transporte “vintage” que no podemos erradicar de esta carrera, según parece- alcanzó con comodidad para llevarnos al camping de largada, ubicado a 2 km del puerto.
El viento frío soplaba en la orilla, mientras todos revoleábamos brazos y piernas para tratar de entrar en calor, casi una causa perdida.
El primer síntoma al entrar al agua a la espera del disparo de largada fue idéntico a una inmersión en una bañera con 10 bolsas de rolito para bajar una hinchazón. Pero como el ánimo es lo último que perdemos los aguerridos deportistas de esta disciplina, nos empezamos a salpicar alocadamente para entrar en clima. Gritos y aullidos sonaron en el camping de largada, que cedieron luego de los primeros metros de nado con la cabeza afuera. La inmersión del cuerpo completo nos dejó sin palabras, burbujas ni oxígeno…
Por más espíritu deportivo que volcamos todos los nadadores sobre los 60 metros de ancho del río Baradero, cada vena y músculo quedó convertido en un trozo de hielo por el que no circulaba líquido alguno.

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Buscando la conexión con temas positivos, conduje a la mente a disfrutar del placer de nadar rodeada de la naturaleza, sin andariveles, con sabor a tierra, olor a carne asada y paisaje con animales de granja. No obstante, al pasar por el puerto, donde la gente balconea y nos saluda, esperé que el aliento de quienes nos acompañaron irradiara una ola de calor que hiciera que mi mente no se distrajera con mis engaños. ¿Todavía nadie inventó una pastillita que te caliente como una estufa a kerosén?
Seguí con la proa y la cabeza más frescas que nunca. Mientras, los hombres de las distintas categorías que largan un rato después que las damas mayores de 25 comenzaron a hacerse sentir. Sus brazadas pesadas, rápidas y ruidosas se hicieron notar por el impacto que causan en distintas zonas de nuestros cuerpos.
El sol seguía sin animarse, mientras la mente me reclamaba la parte en la que esta actividad me gratifica. “Más frío hacía en la Era del Hielo,” me consolé. Cuando llegó el momento de mayor desánimo, en el estrecho más amplio entre las márgenes del río, los miembros inferiores habían quedado tiesos como un pollo con 20 días adentro de un freezer.
La única solución que encontré para lidiar contra el frío fue mantenerme en movimiento sin recargar ningún músculo, rumbo justamente a la única salida prevista y con opciones de abrazarme a una frazada: el camping de SMATA.
Al ver varios kayaks acomodados en diagonal, que nos acompañaron toda la carrera, levanté dos segundos la cabeza y escuché la frase milagrosa: “faltan 50 metros”. Ahí volvió la alegría, la fuerza y braceé alocadamente como quien desea los ravioles del domingo después de 30 días en la selva…
La emoción me embargó al ponerme de pie. Esta vez no fue la destreza física la que me condujo al destino final, sino que la mente ganó el protagónico esta vez. El cuerpo se expresó con claridad al recuperar la posición vertical. Tan es así que quien me enderezó me arrojó a los brazos de un responsable de la organización y me sentó adentro de una ambulancia sin que yo pronunciara queja alguna. Me hicieron los controles de rutina envuelta en una manta gigante y buzo prestado.
En busca de mis amigos para festejar nuestra conjunta motivación pasé por el puesto de hidratación y me introduje una rodaja de naranja entre los dientes, ya que a nadie se le había ocurrido ofrecer un protector bucal para evitar limármelos con tanto castañeo.
La espera en tierra de los seres queridos y amigos, con sus palabras de aliento (tendrían que haberme leído la Biblia completa para lograr calentarme algo), un café batido y un abrazo de emoción siempre son la mejor parte del evento. Misión cumplida. Ahora sólo me quedaba tirarme nuevamente al agua helada para nadar con mi hijo…
La carrera de 500 metros para niños, aquellos que seguirán con nuestras locuras cuando ya estemos retirados, fue liderada por Enriqueta Duarte, la joven nadadora de 86 años que mantiene vigente la osadía que la acompañó toda su vida. Además de ser la primera persona en cruzar el Nahuel Huapi a nado, también participó de la prueba internacional en el canal de la Mancha.

http://www.lanacion.com.ar/1788538-a-sus-86-anos-la-nadadora-olimpica-enriqueta-duarte-sigue-batiendo-records

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